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El Paseo de los Mártires y sus Bustos Trastocados

El Paseo de los Mártires y sus Bustos Trastocados          


Introducción



Sobre los bustos de los mártires de Cartagena de Indias, existe una leyenda en que en un pasado lejano estos fueron trastocados.  Cuenta la leyenda que preparándose la ciudad para la celebración del centenario de la Independencia el once de noviembre de 1911, los bustos se mandaron a bajar de sus pedestales, con la intención de retocarlos, limpiarlos y  tenerlos bien presentados para este magno evento en donde la ciudad entera era un hervidero de emociones, correndillas, alborotos; embelleciendo, construyendo un magnífico telón en todos los alrededores de lo que sería la “sala” de Cartagena: El Parque del Centenario, el Mercado Público, el Muelle de la Bodeguita, el Monumento a la Bandera, la Puerta Balmaseda, el Teatro Heredia y el Paseo de los Mártires o “Camellón”. Y resulta que en esos momentos de tanta efervescencia  y calor, a ciertos personajes cartageneros les encomendaron la tarea más importante de todas: la limpieza de los bustos de los Mártires; y tal era su dedicación a estos próceres y tanto su entusiasmo, que al colocarlos nuevamente, varios de estos bustos no fueron puestos en sus respectivos pedestales.

La leyenda continúa de generación en generación, hasta que un buen día un gran amigo, Rafael Luna Franco, me menciona esta historia y me pide que hiciera una investigación a manera de ejercicio, para el Grupo de Facebook llamado “Biografías de Personajes Cartageneros a través de la historia” creado por esta servidora en el año 2008.  Grupo este de donde se tomó el nombre para el libro sobre las genealogías de las familias cartageneras de mi autoría.

Emprendimos esta investigación en el grupo de “Biografías” y varios miembros se dieron a la tarea de buscar información relacionada con la vida de los Mártires.  Germán Pino Arboleda, tenía acceso al Museo Nacional, pudiendo conseguir copias de los óleos de los mártires que existían al momento en que Luis Felipe Jaspe Franco, basado en sus bocetos se elaboran en Italia los bustos de los Mártires.  Rosario “Yayo” Díaz, muy generosamente le tomó fotos a los bustos y pedestales y los subió al grupo “Biografías” en Facebook, para que pudiéramos comparar. Yo me documenté con varios libros de mi biblioteca personal, que se han escrito sobre este suceso, y con otras referencias y variados documentos, me permitieron comparar fotos de los bustos y sus pedestales, con los óleos existentes de los mártires de nuestra querida patria Cartagena de Indias y así hacer un pequeño aporte a la historiografía cartagenera.


Fue para mí una sorpresa, que lo que era una leyenda, al hacer la comparación pudimos comprobar que realmente los mártires habían sido colocados equivocadamente sin que coincidiera el busto con el pedestal ordenado y diseñado por Luis Felipe Jaspe Franco,  su autor.
Con la intención de darle el dramatismo que se merece estos próceres, y no solo ellos, sino todo el pueblo cartagenero que vivió en carne propia, la pérdida por el hambre de sus hijos, de sus padres, de sus abuelos, de sus primos, de sus amigos, ver que no podían enterrarlos, ver sus cadáveres deteriorándose dentro de sus propias casas, en las calles, en los zaguanes, sin rendirse ante el español, sin izar la bandera blanca durante los 105 días del sitio de Morillo. Por ello hago una narración cronológica que va desde el 24 de febrero 1816, fecha del fusilamiento de Los Mártires, hasta la fecha de la celebración del Centenario el 11 de noviembre de 1911. Haciendo una  mención  especial sobre los últimos momentos vividos por estos grandes próceres, sus casas de habitación y una que otra pequeña anécdota que ha sobrevivido al tiempo y al olvido, para darle un toque humano a esta relación histórica.
A la pregunta de por qué estos nueve mártires más uno, fueron los que escogieron como escarnio público, la respuesta es porque encabezaron y dirigieron el movimiento insurreccional de Cartagena contra España y produjeron la ruptura con la autoridad monárquica.


Últimos momentos en la vida de los Mártires

24 de Febrero de 1816
Este es el último día de los mártires.  Francisco Montalvo, ordena la ejecución. A los prisioneros hay que recogerlos de las tres distintas cárceles, la Inquisición, el Convento de San Agustín, y la Casa del Cabildo.  Ellos llenos de muchísimo valor y una gran serenidad, caminaron desde la Plaza de la Proclamación, tomaron la calle Román siguieron por la Calle Portocarrero y cruzan la Plaza de los Coches, pasan por debajo de la Boca del Puente, atraviesan el Puente Levadizo que pasa por encima del Caño San Anastasio, pisan tierra firme y caminan unos 150 pasos hasta llegar al final de los recién demolidos locales del mercado en la Plaza del Matadero, donde supuestamente estuvo el cadalso, despidiéndose con tranquilidad ante el silencio sepulcral de los cartageneros.  Leyendo a Gabriel Jiménez Molinares nos encontramos una muy emotiva descripción de la escena que presenciaron ancianos, mujeres y niños:

 “… Los reos al momento de llevarlos al patíbulo hubo que recogerlos de por lo menos 3 cárceles: la de la Inquisición, la de los bajos de la Casa Municipal y la del Cuartel de San Agustín (hoy universidad de Bolívar) de allí salió Stuart, que al pasar por la casa de la familia Tatis (calle de la Soledad) en donde era amigo, despidióse sonriente con una inclinación de cabeza; las damas cayeron de rodillas bañadas en lágrimas…” [1]   


Manuel Ezequiel Corrales nos hace el favor de describir la cárcel que estaba localizada antiguamente en la Casa Municipal (Palacio de la Gobernación hoy día), y que es otro momento más que podemos conocer: “La entrada en la cárcel era por un zaguán, que hoy constituye una de las piezas más occidentales de la galería baja, una de las cuales la más interior, servía de capilla para los reos condenados a sufrir la pena de muerte.  Varios de los Próceres del 24 de Febrero de 1816, estuvieron en dicha capilla, de la cual salieron en ese día, para seguir al cadalso.  En la parte baja, servía una pieza de calabozo a los procesados por motivo criminal”. [2]

Y este es otro de los últimos momentos que se recuerda con esta anécdota que se ha trasmitido hasta nuestros días. Tal era la prisa de fusilar a los reos, que como dato curioso, los iban llevando al cadalso sin haber dictado la sentencia, lo que llamó la atención al Virrey Montalvo que desde una de las tribunas del Palacio de la Gobernación, se lo hizo notar al escribano público Fernando Pernet, ilustrado así por José P. Urueta:


 “Al llegar la escolta a la misma esquina del Palacio, el Virrey Montalvo, que estaba en una de las tribunas del edificio, notó que la escolta iba a seguir camino sin haber sido promulgada la sentencia, y desde dicho punto gritó: --¡Pernet, Pernet, (Fernando Pernet, Escribano Público) pregona la sentencia!”[3] 



Finalmente llegan los Mártires al cadalso y José P. Urueta lo describe así:    “El 24 de febrero de 1816, como a las 10 a.m., el regimiento de León formaba un cuadro en la plaza del Matadero (hoy 1886 de los Mártires) y en el centro de este paralelogramo se levantaban nueve banquillos. Los granaderos formaron a doble fila en todo el trayecto que media entre el Palacio Municipal y la puerta de la muralla donde está el reloj público; gran movimiento se notaba en los lugares indicados, pero el resto de la ciudad permanecía en una calma sepulcral; nueve ilustres próceres, de los más comprometidos en los sucesos de 1810 a 1815, iban a ocupar los cadalsos levantados en la Plaza del Matadero, y sangre tan generosamente ofrendada por la libertad, al orearse con las brisas, clamaría al Dios de las alturas justicia para los oprimidos y castigo para los verdugos.  A las once de la mañana, poco más o menos, salían del Palacio Municipal entre una escolta de veinte y cinco soldados Manuel de Anguiano, n. en Orán, Manuel del Castillo y Rada, José María García de Toledo, cartageneros, Miguel Díaz Granados, samario, Antonio José de Ayos, cartagenero, Santiago Stuart, irlandés, José María Portocarrero, bogotano, Pantaleón Germán Ribón, momposino y Martin Amador, cartagenero;  a cada uno de los mártires acompañaba un sacerdote.  Al llegar al lugar designado para el suplicio, Manuel de Anguiano, antiguo coronel español fue degradado; después, el tambor redobló, los soldados presentaron las armas y…………..todo quedó concluido.  En una fosa común fueron enterrados los cadáveres y la inmortalidad principió para sus nombres.”[4]

Siendo que el cartagenero sobreviviente al Sitio había decidido callar ante semejante tragedia vivida junto con sus familiares y amigos, muy pocas anécdotas personales han llegado a nuestros días.  Y es este gran escritor Manuel Ezequiel Corrales ávido de conocer más sobre el Sitio, es quien en 1886 entrevista a los señores Andrés Estarita y al Coronel Joaquín María Tatis, que como prisioneros de los españoles, les tocó enterrar los cadáveres de los mártires a quienes llevaron en carretas hasta el incipiente Cementerio de Manga, y los sepultan en una fosa común.

Angulo Bossa en su obra Régimen del Terror, narra estos hechos de la siguiente manera:                                                                       
“Además de estos testimonios, en la misma obra de Ballestas Morales, encontramos  el  de Don Jeneroso Jaspe, citado también por Lemaitre, quien nos dice que un anciano, “que de niño presenció el fusilamiento de los mártires, le dijo “que a los cuerpos de los supliciados no se les concedió ni siquiera un ataúd, como es de costumbre en casos de última pena, sino que fueron echados como animales en una carreta en dirección al entonces naciente cementerio de Manga, donde después fueron arrojados en una fosa común…” (Subrayado del suscrito)”.[5]

Quienes fueron Los Mártires

Manuel de Anguiano y Ruiz.

Coronel de Ingenieros, de los Reales Ejércitos.  Fue hecho prisionero a la entrada de Morillo el 5 de diciembre de 1815, contaba con 58 años de edad. Casado y con cinco niños, la mayor tenía tan solo 6 años de edad. Hizo parte del Triunvirato de Gobernadores junto con Juan de Dios Amador y Domingo Esquiaqui, para recibir al Pacificador Pablo Morillo.

“El 11 de noviembre de 1811, Anguiano desempañaba el cargo de Jefe del Regimiento Fijo, y el influjo de su empleo lo puso al servicio del movimiento popular de ese día. Vivía él entonces en la casa de la esquina opuesta al Palacio municipal (donde hoy –1886—habita el Sr. Blas de León), y notando la desconfianza que manifestaba el pueblo al acercarse una compañía de dicho Regimiento a la Casa del Cabildo, salió al balcón y aseguró que ‘la fuerza veterana, en lugar de hostilizar a los que allí estaban reunidos, apoyaría sus justas exigencia’.”[6]

Manuel de Anguiano, fue el único que vistió uniforme para poder ser degradado antes de ser fusilado.  Lo suben en un tablado (en el óleo de Luis Felipe Jaspe Franco, se notan unas escaleras de madera) hecha especialmente para ese acto, y para humillarlo más, encomendaron a un sargento para que lo hiciera.  El Coronel de Anguiano reclamó “con dignidad sus fueros” y un Jefe Español tomó parte de aquel acto tan humillante.

Don Manuel de Anguiano sufría de dolores de cabeza constantes, y ese día, llevaba en la cabeza puesto y amarrado un pañuelo de madraza, para mitigar la migraña. Así aparece en el citado óleo.
Y como dato curioso, su único hijo varón, también fallece fusilado en 1833, por haber tomado parte en la conspiración de Sardá. La descendencia de los Anguiano aparentemente se encuentra en las Sabanas de Bolívar.

José María Portocarrero.

Hecho prisionero cuando tenía 34 años de edad, en el Partido de Lorica junto con Martín de Amador y Pantaleón de Germán Ribón después de la derrota de Chimá.  Fueron luego llevados a Torrecillas donde estuvieron presos.

En este otro momento de ese día vemos a Portocarrero caminando hacia el cadalso (1816) por la calle –que hoy día lleva su nombre, Calle Portocarrero--, el mártir sufrió un vértigo y pidió un vaso de vino.  Algunos dicen que el vino le fue dado en la tienda de la esquina llamada Sebastopol, y otros que la de donde hoy (1886) está la del señor Luis M. Ochoa.[7]


En la foto a la derecha, posible tienda Sebastopol en febrero 24 de 1816. Es la puerta que se ve en la casa de balcón esquina Calle Portocarrero y Calle de las Carretas, antigua Joyería Cesareo.  Albúmina sobre estereográfica del Darien Expedition, Comodoro Selfridge 1870, fotógrafo T.H. O’Sullivan.

Manuel Rodríguez Torices y Quiroz

Tenía 28 años cuando ofrendó su vida. No deja descendencia.

Esta hermosa anécdota la cuenta Gabriel Eduardo O’Byrne siendo ya el gran periodista del periódico El Porvenir,  a José P. Urueta, para su libro Los Mártires de Cartagena, hacia 1886. Es este uno de los pocos testimonios del dolor del cartagenero sobreviviente del Sitio de Morillo:

“…Era yo niño cuando mi madre, (Agustina Carrillo) íntima amiga de Doña Francisca Rodríguez-Torices, --llevábame con frecuencia a casa de esta buena señora-- a quien apedillaba yo entonces con el cariñoso nombre de mamá Pacha.

Vivía Doña Francisca con una sobrina y con su hermano Don Antonio (Rodríguez-Torices y Quiroz) que representó importante papel en la política de este Estado y a quien la suerte despiadada y las veleidosas amistades habían vuelto la espalda: encontrábase reducido a un sillón por la parálisis y su sala abandonada por los que la frecuentaban en días de prosperidad, claramente decía que ya no brillaba en aquella casa el metal que en otro tiempo contribuyó a darle lustre: unas pocas familias visitaban a Doña Francisca; pero el ilustrísimo señor Medina, Obispo de la Diócesis y ahijado de don Antonio, era el que casi diariamente le visitaba de 5 a 7 de la noche.

Entre todos los objetos y muebles de aquella casa, que revelaban un opulento pasado, el único que llamaba mi atención y el cual siempre me complacía en contemplar, era un retrato de busto, al óleo, en marco caoba, colgado en el testero de la sala de recibo sobre un clavicordio: representaba a un hombre mozo de arrogante apostura, ojos grandes, rasgados y vivos, mirada franca, nariz recta bien perfilada, cejas espesas y casi horizontales, frente espaciosa, orejas bien colocadas, cara en general ovalada, de aspecto simpático y cabeza de gran proporción; vestía traje anticuado: camisa de cuello alto con chorrera, corbata de ancho lazo, chaleco blanco abierto, casaca roja galoneada y faja azul.

La curiosidad, natural en todo niño, avivada por las circunstancias dichas, me impulsaron a preguntar quién era el apuesto mancebo a quien representaba aquel retrato.  (ya aquí se vislumbraba el gran periodista). ‘Ese es mi hermano Manuel, el que fusilaron en Bogotá los españoles, y fue Presidente de Cartagena,’ me contestó Totó –Antonio María Francisco Rodríguez Torices--, (afectuoso renombre que la sobrina de Doña Francisca daba a don Antonio, y con el cual yo también le llamaba). Había en aquella contestación muchas ideas que mi inteligencia no podía comprender y pregunté:
--¿Qué cosa es fusilar?
---Fusilar es matar, me contestó
--Y ¿por qué lo mataron?
--Porque él y otros varios, hicieron la guerra a los españoles para que no gobernaran aquí…”[8]

A Manuel Rodríguez Torices lo fusilaron, lo ahorcaron y le cercenaron su cabeza la cual fue expuesta en una jaula de hierro, para escarmiento público, en la Plaza de Bolívar en Bogotá. José Belver, testigo ocular siendo un niño, nos cuenta sesenta y cinco años después, lo que vio y que fue publicado en el Papel Periódico del 5 de octubre de 1881.  […el señor Torices, quien recibió los balazos solamente en el pecho, pudiendo, por lo mismo, distinguirse perfectamente su hermosa  y bella cara, cubierta de una tez blanca y de una barba negra y bien poblada que contrastaba agradablemente con lo blanco de aquella…]  […el señor Torices estaba con pantalón, corbata y chaleco blanco y un chaquetó de paño colorado con cuello y vueltas celestes, y calzado con botas de ante amarillo…].[9]

José María García de Toledo y Madariaga

Hecho prisionero al norte del Río Chagres, en la desembocadura del río Coclé, junto con su gran amigo, Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila. Contaba con 47 años de edad.

De acuerdo a Eduardo Lemaitre Román, solamente había dos retratos auténticos: el de José María García de Toledo y el de Pantaleón de Germán Ribón.[10]

José María era un hombre enfermo de artritis y de ceguera, seguramente causada por la diabetes, en ese momento tenía dos hijas menores del primer matrimonio, residentes en España y cuatro niños de 9, 7, 6 y 5 años nacidos en Cartagena de su segunda unión. Dejó 6 niños huérfanos. De su descendencia conocemos la que dejó en Inglaterra o sea sus hijos mayores.

Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila

Tenía 34 años cuando fue apresado al norte del Río Chagres, en la desembocadura del río Coclé junto con su gran amigo, José María García de Toledo.

De Miguel Díaz Granados tenemos sus últimas palabras que me conmueven mucho cada vez que las leo:

“Prometí derramar hasta la última gota de mi sangre por la independencia de la Patria: mi promesa va a ser cumplida”. [11]

Dejó dos niños huérfanos.  Su descendencia se encuentra en Cartagena y Bogotá.


Manuel del Castillo y Rada

Don Manuel Del Castillo se comprometió  con la causa de la Independencia desde 1811 Comandante de la Plaza en 1815, luchó contra los españoles que nos sitiaban con arrojo y valentía, saliendo a buscar alimentación hasta los límites para darle de comer a la Plaza, furtivamente escoltando a los pescadores en la bahía  que traían el tan anhelado alimento. Contaba con 35 años de edad. Estaba recién casado y no deja descendencia.

Fue hecho prisionero junto con José Antonio de Ayos y Necolalde en el Convento de Santa Teresa.

Escribe Morillo: “…Ha sido Gobernador de esta Plaza la mayor parte del tiempo que ha estado sitiado por el ejército de mi mando; por su disposición pegaron los rebeldes fuego a los pueblos de Ternera, Turbaco, Turbana, Santa Rosa, Pasacaballos, y muchas casas de campo, para que no sirvieran de abrigo a nuestras tropas. Sus crímenes son bien conocidos por toda la provincia, y en todos los papeles y proclamas que expedían este jefe revolucionario, manifestaba el implacable odio que tiene a los españoles, hasta decir que el trono del Rey estaba salpicado con sangre americana. Fue preso en el convento de monjas de Santa Teresa de esta ciudad, donde estaba escondido, por los coroneles D. Gabriel de Torres, y D. Ildefonso de Sierra y el Capitán D. Manuel Jiménez. Está preso en la Inquisición. Van adjuntos algunos papeles suyos…”[12]
Con esto que nos cuenta Gabriel Jiménez Molinares en Linajes Cartageneros, Los Del Castillo, nos enteramos de la forma como fue apresado no solo Manuel del Castillo y Rada sino también José Antonio de Ayos, quien padecía de una penosa enfermedad.  Y nos dice don Gabriel:

"Quien se atrevería a ocultarlo a él, el General en Jefe de las Armas por cuya tenacidad habían perecido 3000 soldados del Rey? Quién se arriesgaría al papel de encubridor  de tan insigne criminal? Solo un Convento vecino al mar, dió asilo al hombre desolado. El de Santa Teresa.

Castillo fue descubierto en ese asilo por la forzada delación de una mandadera. Morillo se alojó en casa de don Lázaro de Herrera, con quien vivía.  Al lado habitaba doña Isabel de Blasco, la esposa de Castillo.

Una criada, probablemente sirviente del Convento de Santa Teresa, fue enviada donde la señora de Castillo en busca de ropa, pero equivocándose entró en la de Herrera y dió su recado ante Morillo. Acosada a preguntas y amenazada, reveló el escondite del Caudillo.

El propio Gobernador de la plaza, Brigadier Torres, recibió el encargo de allanar el Convento, lo que hizo sin escándalo en las primeras horas de la noche, acompañado del Coronel Ildefonso Sierra y del Capitán Manuel Jiménez.  Pero la ronda produjo más de lo calculado, pues junto a Castillo encontraron al Dr. Antonio José de Ayos. Fueron conducidos a la cárcel de la Inquisición.”[13]

Antonio José de Ayos y Necolalde

Antonio José de Ayos tuvo rol protagónico muy importante, sirviendo a los ideales de la libertad. Y en estos sus últimos momentos, con mucha serenidad, a pesar de su estado de salud, iba caminando dignamente hacia el cadalso.  Tenía 42 años de edad. No se le conoce esposa ni descendencia.

La única referencia que tenemos sobre lo ocurrido en aquel nefasto 24 de febrero de 1816, es la cita que nos trae Gabriel Jiménez Molinares, entresacada de la obra de Michael Scott, publicada en 1829:

    “…La lentitud de la procesión provenía en parte del lamentable estado de salud de casi todas las victimas…Ayos, convaleciente de grave enfermedad que lo privó de sentido y ocasionó el aplazamiento de su indagatoria; padecía de reumatismo general crónico, que lo obligó a veces al uso de muletas, andaba rengueando…”[14]

Martín de Amador y Rodríguez Funes

Hecho prisionero el 26 de septiembre de 1815 junto con Pantaleón de Germán Ribón y Segura.Tenía 38 años, y dejó cuatro hijos pequeños. No he podido encontrar a su descendencia.

Estuvo preso en Torrecillas. Aquí el mismo nos cuenta de su captura. “… El 23 al anochecer salí en dirección a Nay, en unión de otras barquetas. Pero a la hora de salida fueron atacadas las que iban detrás, por lo que me desembarqué en la oscuridad de la noche. Internándome en el monte con otros varios: el 24 nos reunimos en una choza y entre ellos estaba Ribón (Pantaleón de Germán Ribón y Segura): el 25 pasamos a la ladera opuesta del río, donde había un trapiche. Allí hablé con un mozo con la intención de irme al Chocó…pero el mismo día 26 estando oculto cerca de la casa, llegó un hombre que entonces no conocí, leyó un bando que a nombre de nuestro amado Monarca, mandaba D. Rafael Espinosa de Montería, y uno de sus artículos decía: “Todo insurgente que se presentare será perdonado y protegido…”  Seguidamente, explica que fue conducido a Montería donde se identificó   ante el señor Espinosa y de allí fue enviado a Cartagena para ser juzgado.[15]



Pantaleón de Germán Ribón y Segura
De acuerdo a Eduardo Lemaitre Román, solamente había dos retratos auténticos el de José
María García de Toledo y el de Pantaleón Germán Ribón. [16]

Tenía 48 años al momento de su captura estuvo preso en Torrecillas hasta el momento del
juicio en Cartagena. Que se sepa dejó dos niños huérfanos y su descendencia está en Mompox y
otras ciudades.

 Dice Álvaro Angulo Bossa: “…En el infausto año de 1815 se unió a las tropas de Martín
Amador en las Sabanas de Bolívar y tras el calvario padecido en ese territorio realista, cayó en
manos enemigas junto con Amador, acogiéndose a un indulto que fue carnada infame para
atraparlos; enviados al Cuartel General de Morillo en Torrecillas, fue entregado a un tribunal
militar en Cartagena, con las siguientes indicaciones: “… Con este individuo debe hacerse un
ejemplar castigo  en la villa de Mompox, pues confían en él todos los rebeldes y aún lo esperan
como los judíos al Mesías… Sentenciado a muerte, su pena fue agravada mandando “que su
cabeza sea conducida y puesta en un palo en dicho Mompox”[17]
Séptimo en la fila hacia el cadalso, se anota su serenidad, al igual que la del resto de nuestros mártires. 


Este es el óleo de El Pacificador Pablo Morillo.


Santiago Stuart

Hecho prisionero en las Islas del Rosario el 7 de diciembre de 1815 tenía 28 años de edad. No se le conoce descendencia.

El siguiente es el relato del testigo Martín José Tatis, quien siendo un niño, cuenta lo que presenció:

"Rendida Cartagena, la resolución de mi madre fué trasladarse á esta Ciudad, por saber qué suerte había corrido mi padre. Allí estaba éste entre los presos de San Agustín. (1) Recuerdo las negras paredes de su prisión. Sus compañeros en el edificio eran muchos, pero en la pieza en que él estaba, se encontraban también un Doctor Burrero, del Cauca; Cardiles de Sabanagrande; y Tomás León, que fué arrastrado por las calles en un serón y ahorcado.

"Vivía mi familia en la calle de la Soledad; y un día el ruido de muchas pisadas sobre el empedrado me llamó la atención y corrí hacia una ventana para ver. Allí estaban mi madre y una tía mía pálidas como difuntos, viendo venir tropa que marchaba en dos filas, ocupando una y otra acera de la calle. En medio venían varios sujetos vestidos de paisanos. Reinaba un silencio que
infundía pavor; no se oían más que las pisadas de los soldados que daban á aquel aparato una solemnidad terrible. Al pasar por el frente en donde estaba mi madre, uno de los presos la vio
y sonriéndose la saludó con una inclinación de cabeza era Stuart.

"Mi madre corrió hacia el interior de la casa sin poder contener las lágrimas. No conocí á los otros compañeros de Stuart: á éste sí porque visitaba mi casa y su fisonomía me era familiar.
Aquel patriota era bien formado; tenía el aspecto de un inglés y paréceme que aún le veo, vestido de blanco, con sombrero de paja, pasar y sonreírse . . . . Á poco rato la detonación de una descarga de fusilería resonó en toda la ciudad.

"Ese día tenía la fecha del 24 de Febrero de 1.816, que pasó ante mis ojos sin comprenderlo. Martín José Tatis.”[18]

Y este otro relato contado por el prisionero inglés Michael Scott, quien cae prisionero de Morillo, al naufragar su barco frente a Punta Canoa, el “Torch” en diciembre de 1815.  Michael Scott menciona también a un bote con varias personas muertas y un sobreviviente. Describe un niño muy bonito, metido debajo de una carpa, y el padre moribundo, pidiendo agua para su Pedrillo. Es muy posible que haya sido uno de los emigrados.

     “… Stuart se aproximó resueltamente hacia el lugar vacante, se arrodilló, y cubriéndose la cara con ambas manos, reclinó la cabeza en el borde del banquillo. Por un momento pareció que alzaba una plegaria, durante la cual se le oyó claramente sollozar, mas pronto recobrose, se puso en pie y cruzando los brazos sobre el pecho tomó asiento lenta y deliberadamente en el banquillo, mirando con ojos tranquilos al pelotón que debía fusilarlo. En ese momento se le notificó que debía volver la espalda y dejarse atar como sus compañeros. Él se resistió, más como se intentara obligarle, levantose con ímpetu  y estrechándose ambas manos, gritó: ¡Así, así! Y no de otra manera. Vosotros podéis asesinarme mas yo soy inglés y no un traidor para morir como tal”[19]







































Casas de habitación de los Mártires


 
Antonio José de Ayos, en 1815 vivía en la antigua Calle del Cementerio de la Iglesia, número 130 de la nomenclatura antigua, hoy Calle del Arzobispado.  Con el correr del tiempo le perteneció a don Felipe S. Paz, y el 13 de noviembre de 1873, se  incendian los bajos donde él tenía su almacén.  Juan Bautista Mainero y Trucco en 1886 la reconstruye, y la vive el señor Lázaro Ramos, esposo de Rafaela Román Polanco. Para 1945 le pertenecía por herencia a Pedro Trucco Pérez.

 Pantaleón de Germán Ribón, era vecino de Antonio José de Ayos, viviendo en la misma calle del Cementerio de la Iglesia, hoy Calle del Arzobispado. La casa le pertenecía a los Piñeres, a Gabriel y a Germán, marcada en 1886 con el número 128 de la antigua nomenclatura y donde estuvo situada la Imprenta Ruiz e hijo. Para 1890 el dueño de la casa era el señor Washington Méndez Urueta, y en los bajos tenía sus oficinas y almacenes.  La hereda su hijo Rafael Méndez Méndez, sus hijos y nietos.  Estuvo en poder de la familia Méndez por más de 100 años.



 Manuel de Anguiano y Ruiz, Coronel de los Ejércitos Reales, vivió en 1811 en la única casa que está localizada en la Plaza de la Proclamación marcada con el número 126 de la antigua nomenclatura.  Esta casa está al final de la antigua Calle del Cementerio de la Iglesia, hoy Calle del Arzobispado, haciendo esquina con la Calle Román, antigua de Lozano que es la más conocida por la placa de mármol en su frente. Pero para 1815 el Coronel Anguiano vivía en la Calle de la Factoría en la casa marcada con el número 17 de la antigua nomenclatura la casa del Marqués de Valdehoyos. Pedro Maciá Domenech la adquiere y la está habitando para 1870 en que le toman una foto. Sus descendientes la familia Tono, y sus parientes habitaron en esta casa hasta la década de 1950.  

Por esas casualidades de la vida, tres de los mártires Antonio José de Ayos, Pantaleón de Germán Ribón y Manuel de Anguiano fueron  vecinos en la misma Calle de Cementerio de la Iglesia, hoy Calle del Arzobispado.



 José María García de Toledo y Madariaga, vivía en la casa que hace esquina con la Calle de Don Sancho y la Calle de la Estrella.  La puerta principal de la casa da hacia la Calle de Don Sancho, marcada con el número 96 de la nomenclatura antigua.  Para 1886 la habitaba su dueña la señora María Isabel Pombo Latoisson de Eckardt.




Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila, su casa de habitación estaba localizada en la Calle del Estanco del Aguardiente, número 811, esquina con de la Calle del Tejadillo. Habitada para 1886, por el señor Simón Gutiérrez de Piñeres y Gutiérrez de Piñeres, padre de nuestro gran escritor, Eduardo Piñeres Lemaitre.


                       
Manuel del Castillo y Rada habitó la Casa del Consulado, recién casado y es aquí en donde fue depuesto el 17 de octubre de 1815 a las 6 de la mañana. Casa ésta localizada en la Calle del Sargento Mayor.



En esta casa marcada en su puerta principal con el número 444, de la nomenclatura antigua era habitada por su propietario Manuel Rodríguez Torices y Quiroz.  Esta casa está localizada en la Calle del Cuartel del Fijo. Para 1886 funcionaba la Escuela Normal de Señoritas.

Y por último, los siguientes Mártires no tuvieron casas fijas y se cree que vivieron de la siguiente manera:
José Portocarrero, como no habitaba en Cartagena, se pudo haber bajado en alguna casa de funcionarios del Gobierno.  De Santiago Stuart, siendo militar, podría haber estado alojado en el Cuartel del Fijo. Y del Coronel Martín Amador activo militar, no podía tener residencia fija, parece ser que estaba avecindado en Cádiz. Es probable que habitase en la casa de su hermano Juan de Dios Amador, al lado de la casa de los Rodríguez Torices, vecinos de la Calle del Cuartel y frente al mismo.






Fechas Históricas del Siglo XIX


Del libro Los Mártires de Cartagena de José P. Urueta, se han tomado toda la información sobre los decretos emitidos para homenajear a los próceres y las fiestas cívicas en su honor.

1821  Octubre – Decreto sobre los mártires de la patria.

El Congreso General de Colombia - Se decreta:
1ro
2o   Los que por sus servicios y su opinión, perecieron en los patíbulos, condenados en odio de la virtud con el designio de afirmar la tiranía que se propusieron destruir, son MÁRTIRES DE LA LIBERTAD DE LA PATRIA, y en su memoria debe trasmitirse a la posteridad con la gloria de que es digna. Comuníquese al Poder Ejecutivo para su publicación y cumplimiento.  
Dada en el Palacio del Congreso general en el Rosario de Cúcuta, a 11 de Octubre de 1821. –11o.
Ejecútese.  Francisco de Paula Santander.

1855 Se decretan los nombres de los Mártires Cartageneros

El Concejo Municipal de Cartagena,  (1855) en uso de sus facultades legales,  decreta:
Artículo 1o
Artículo 2o. Decláranse  Mártires de la Patria a los egregios ciudadanos Manuel del Castillo, Martín Amador, Pantaleón Germán Ribón, José María Portocarrero, Santiago Stuart, Antonio José de Ayos, José María García de Toledo, Miguel Díaz Granados y Manuel Anguiano, que en los patíbulos sellaron con su preciosa sangre el acto de heroísmo, de abnegación y de civismo de que ha hecho mención.
Artículo 3o. Para perpetuar la memoria de las acciones portentosas que convirtieron en pueblos libres esta comarca del hemisferio de Colón; y para testificar el amor, la veneración y el reconocimiento que se debe a los hombres ilustres que la ejecutaron, la Plaza del Matadero, donde algunos de ellos fueron sacrificados el nefasto día 24 de Febrero de 1816, se denominará en lo sucesivo Plaza de la Independencia, y en ella se levantará una columna ática, cuyo basamento será cuadrado y en cada frente se escribirá una de las siguientes inscripciones:

11 de NOVIEMBRE DE 1811  -  24 DE FEBRERO DE 1816

A los defensores de Cartagena en 1815 - A las víctimas de la Independencia

Artículo 4o. Con el mismo objeto se colocará en la sala de las sesiones del Concejo municipal un cuadro que contenga el Acta de Independencia y los retratos de los hombres eminentes que se expresan en el artículo segundo.

Sobre el acta se escribirá en letras de oro:

A LOS FUNDADORES DE LA INDEPENDENCIA - El Concejo municipal de Cartagena 1855

Y al pie de cada uno de los retratos, lo que sigue, respectivamente:

NN SACRIFICADO ERÓICAMENTE POR LA PATRIA EN (tal parte) EL DIA (tal)

El Concejo municipal de Cartagena honra su memoria
Dado en Cartagena, a 5 de Mayo de 1855

El Vice-Presidente del Concejo, Francisco de Zubiría (Castillo)
El Secretario, Henrique de León
Alcaldía municipal de la Catedral.  –Cartagena, a 7 de mayo de 1855.

Publíquese y ejecútese, Francisco de Borja Ruiz y Redondo
El Secretario, Joaquín  Llach.

1874 - Fiesta Cívica 11 de Noviembre

“El doctor Eugenio Baena, Presidente del Estado en 1874, tomó gran interés en que la celebración de aquel aniversario del 11 de Noviembre de 1811 fuera lo más suntuosa posible; por eso, la Junta directiva de las fiestas esmerose en organizar variados espectáculos, y uno de ellos fue la exposición en uno de los extremos del Paseo Público de un gran Cuadro al temple, que representaba a los mártires del 24 de Febrero en 1816 en el momento de marchar al cadalso.” 



Pintura alegórica al fusilamiento de los mártires, óleo de Luis Felipe Jaspe Franco. Fue mandado a pintar por el señor don Carlos Jiménez, natural de Cartagena para exhibirlo el 6 de agosto de 1874 en Mompox. (Este Carlos Jiménez, puede ser hijo de Carlos Jiménez y de Germán Ribón, casado en segundas nupcias con la viuda de Manuel del Castillo y Rada, concuerda el nombre y su relación con Mompox).

“He aquí una ligera descripción del Cuadro, para los que no lo hayan visto.

Sobre un Lienzo de seis metros de largo por cuatro de ancho preséntase en el fondo una vista de las murallas de Cartagena desde el baluarte de San Ignacio hasta el de San Pedro Apóstol, o poco más; destácanse en término más lejano la parte alta de los edificios situados en la Plazoleta de los coches y las agudas torres de la iglesia de San Juan de Dios; y a la izquierda, el atracadero de embarcaciones menores y una porción de las fuerzas sutiles españolas que el 24 de Febrero de 1816 se estacionaron allí, compuestas de diez y seis escuchas y seis bongos de guerra, todos debidamente armados y tripulados.

En primer término aparecen, desde luego, en la pintura, los Mártires, vestidos de blanco, a excepción de Anguiano, entre una escolta de soldados, y en actitud de marcha hacia los patíbulos que están colocados a la derecha del Cuadro a lo largo del Caño de San Anastasio.  Cerca de estos se ve: el tablado (las escaleras en alto) donde fue degradado Anguiano, y tres sargentos en traje de cuartel, los que ataron y vendaron a los Mártires.

La tropa que presenció la ejecución (que constaba de 8.000 hombres), formó un cuadro, con banderas, dejando sin cubrir el lugar en que estaban situados los banquillos; pero el artista sólo nos presenta dos de los lados: aquel en donde se alineó el Regimiento de León a cuatro filas, -y el del frente de los patíbulos, formado por el Regimiento de Granaderos a cuatro hileras, delante del cual aparece el Estado Mayor general del Ejército español.

Mandaba la formación un Jefe de alta graduación, a caballo; teniendo a su lado un Ayudante de campo y un tambor de órdenes.  (Pablo Morillo ya no se encontraba en la ciudad).”

1878 - Fiesta Cívica del 11 de Noviembre

Amanecen en la Plaza de la Independencia nueve columnas pintadas de blanco, que parecía mármol, equidistantes y con los nombres de los nueve mártires escritos en letras de color oro, dentro de una corona de laurel.  Mientras tanto, las damitas, unas señoritas entre doce a catorce años, junto con un grupo de señoras, a eso de las cinco de la tarde salieron de una casa de la Plaza de la Catedral (hoy Plaza de Bolívar) hacia la Plaza de la Independencia, (hoy Paseo de los Mártires y Parque de Centenario) y comenzaron a desfilar con unas coronas de flores en sus manos y se fueron colocando una a cada lado de las columnas. 

Tomo del libro de José P. Urueta, Los Mártires de Cartagena, esta hermosa ceremonia que aparece en El Porvenir del 17 de noviembre de 1878. Se da comienzo al homenaje, los doctores Rafael Núñez Presidente del Estado y el doctor Antonio del Real, nos ofrecen unos hermosos discursos.  Y para terminar las niñas proceden a la coronación de las columnas y cada una de ellas recitaba lo siguiente:

“La señorita Rosa Pasos Polanco. 
¡Anguiano¡ la patria agradecida consagra este homenaje a tu memoria.

La señorita Margarita Guerra. 
¡García de Toledo!  Tu brillante historia en páginas de oro será esculpida.

La señorita Matilde Tono Maciá. 
¡Granados! Tú compraste con tu vida la libertad del pueblo y la victoria.

La señorita Josefa Benito Revollo. 
¡Amador!  También alcanzó la gloria de dejar a su patria redimida.
 
La señorita Virginia Hernández. 
¡Castillo! Si en patíbulo afrentoso 
Destruyeron tu vida los tiranos, 
La juventud con inocentes manos 
Premia tu sacrificio generoso. 
 
La señorita Alejandrina Maciá (Druce)
¡Stuart ! Tú de York fuiste surgido 
Como foco de lúa y heroicidad. 
 
La señorita Sofía Pombo
La sacrosanta voz de ¡Libertad! 
Portocarrero lanza enardecido. 
 
La señorita Josefa Pombo (Montes) 
¡Ribón! se acoge y en su pecho inflama 
lance. El amor de la Patria envilecida. 
 
La Señorita Juana Vives. 
¡Ayos! ofrenda su preciosa vida
Y Cartagena ¡Libertad! proclama. 
 
Inmediatamente después, nueve niñitas de cinco á nueve a- 
ños de edad, vestidas como ángeles, que llevaban canastillos de 
plata rellenos de flores, regaron éstas al pié de las columnas, y en 
seguida las señoras arrojaron en el mismo sitio sus ramilletes y las 
flores con que iban adornadas; todo en señal de gratitud á los que 
con su sangre redimiéronnos de la opresión. 
 
Jamás habíamos presenciado un espectáculo más bello ni más 
conmovedor y si de nosotros dependiera, lo haríamos repetir a- 
nualmente, al conmemorar el aniversario del 11 de Noviembre de 
1,811. 
 
(Tomado de El Porvenir de Cartagena, correspondiente al 17 
de Noviembre de 1.878)” 

1882 Noviembre  - Iniciativa

De quién es la iniciativa y cómo se gesta el Paseo de Los Mártires
Nos cuenta don Eduardo Piñeres Lemaitre cómo lucía este sector :
 “Constituía al principio un ancho y bien construido camellón que, partiendo de la puerta llamada Boca del Puente, atravesaba la Plaza de la Independencia, (llamada así a partir de 1855 por decreto), en línea recta, en una de sus partes  más angostas e iba a terminar enfrente del punto de partida; a los lados del camellón, que fue su nombre primitivo, se colocaron algunos escaños en forma rústica. A pesar de ser tan pobre y humilde, como le permitían los recursos de la época, era muy concurrido, sobre todo por las tardes y las primeras horas de la noche, en que se congregaban allí los que después del arduo trabajo del día, querían gozar del fresco que brindaba aquel lugar y disfrutar de la grata compañía y amena charla de los amigos”. Hasta aquí la descripción de don Eduardo Gutiérrez de Piñeres Lemaitre.

A finales del siglo XIX, entramos en la era de los grandes hombres llamados la “generación Centenarista”. Corre el año de 1882, y esta joven generación con ese ímpetu pujante de progreso y desarrollo de su amada  ciudad, tiene la inquietud de embellecerla, sacarla adelante, y prepararse para la pronta llegada del Centenario de nuestra Independencia.


Coincidencialmente llega a Cartagena en Agosto de 1871 un señor llamado Francisco Javier Balmaseda, de nacionalidad cubana, nacido en 1823. Filántropo, escritor, comerciante y patriota, al decir de don Donaldo Bossa Herazo, quien es acogido ampliamente por los cartageneros y se une con muchísimo entusiasmo con todo este nuevo renacer de la Cartagena de otrora. Francisco Balmaseda, como se le conoce, tiene la iniciativa de construir el Paseo de los Mártires y para impulsar esta idea publicó un “periodiquito”  llamado El Paseo.

Haciendo eco y dando sus primeros “pininos”, estos grandes jóvenes visionarios como José Manuel Goenaga, siendo el primer Gobernador del Departamento  de Bolívar, Maximiliano Medardo Méndez, como Presidente de la Asamblea, Manuel Antero de León Porras, Vicente García del Real y García del Fierro, y Francisco de Paula Manotas  como secretario general del Estado disponen lo siguiente:

1882 Ley 51- La Asamblea Legislativa del Estado Soberano de Bolívar.

Dispone:
Artículo 1. Autorizase al Poder Ejecutivo para que acepte y cumpla el contrato celebrado en Roma por el Sr. Dr. Eugenio Baena, con el señor Felipe Moratilla, escultor, por el cual se debe hacer nueve bustos en mármol blanco de carrara, de los mártires del 24 de febrero de 1816, y uno del señor Manuel Rodriguez Torices, víctima también de su amor a la patria.

Artículo 2. Los bustos expresados en el artículo anterior, serán colocados en sus respectivos pedestales a uno y otro lado del Paseo Público de esta capital.


 
Francisco de Paula Manotas              Vicente García del Real

Dado en Cartagena a 28 de Noviembre de 1882
Presidente de la Asamblea - M.M Méndez (Maximiliano Medardo Méndez Martínez)
El secretario - M. Antero de León (Manuel Antero de León Porras)
Despacho del Poder Ejecutivo del Estado - Cartagena 20 de Noviembre de 1882
Publíquese y ejecútese
(L.S) - V. García (Vicente García del Real y García del Fierro)
El Secretario General del Estado -  F de P (Francisco de Paula) Manotas 

1882 Homenaje Municipal a los Mártires  - Nombramiento de Calles

Ese mismo año la Junta de Alumbrado Público de Cartagena le encomendó a José P. Urueta la demarcación de las Carreras, Calles, Plazas y Casas de la ciudad.

Como había calles con nombres repetidos, o  con nombres “bárbaros”, o con ninguno, se autorizó a darle a algunas calles los nombres de los Mártires.  De esta demarcación, solamente han quedado en la memoria del pueblo, la Calle de Ayos, la Calle de Portocarrero, ya mencionada, la Calle Stuart en San Diego.  Y las menciono con la nomenclatura de hoy día (2015). 

La Calle de Santodomingo del Carmen, le dieron el nombre de Calle Torices.  Está de sur a norte comenzando en la encrucijada de la Calle de Baloco, Santa Teresa e Inquisición, y termina en la Plaza de Santo Domingo.

A la Segunda de Badillo se le dio el nombre de Calle de García Toledo.

La Calle Santo Domingo que corre de este a oeste comenzando en la encrucijada de la calle de la Iglesia, Ayos y Santos de Piedra, fue llamada Calle de Amador.

La Calle Vicaría de Santa Teresa, que da a espaldas del Convento de Santa Teresa, se le dio el nombre de Calle de Castillo y Rada.

La Calle de San Agustín Chiquita, que corre de este a oeste, y desemboca en la Plaza de la Universidad, se le da el nombre de Calle de Anguiano.

En esta Calle de Portocarrero, la cual conserva su nombre, antiguamente fue conocida como la Calle del Esclavo, estuvo la bien conocida Joyería Cesareo entre la esquina de la Calle de las Carretas hasta la esquina de la Calle del Colegio.

La Calle Stuart, hoy día, se le llamó anteriormente la Calle de Santa Clara,  ha mantenido su nombre, desemboca en la Plaza de San Diego, llamada en ese entonces la Plaza de Sucre.

A la Calle Larga en Getsemaní, se le dio el nombre de Calle de Granados, por Díaz Granados.  Y este es un dato interesante.  No se había construido el Puente Román todavía.  Los barcos atracaban en la playa de Barahona a pocos metros de la Iglesia de la Tercera Orden. Así que observen como describen la localización de la calle.  Al oriente está la encrucijada de las calle de D’Elhuyar, Villapol y San Antonio.  Y al occidente termina en la encrucijada de la Calle Piñeres y la Calle de San Juan. [20]



1886 Octubre

Don José Manuel Goenaga Gómez, fungiendo ya como el primer Gobernador del Departamento de Bolívar, viendo que estaban cortos de dinero para la celebración del 11 de noviembre de 1886 expide el siguiente Decreto Número 152.

“Por el cual se abre un crédito al presupuesto de gastos del año en curso.  El Jefe Civil y Militar  del Estado Soberano de Bolívar, en uso de sus facultades legales y extraordinarias, y Considerando
1Que la suma de trescientos pesos votados para la celebración de la gloriosa fecha del Once de noviembre de 1811, es insuficiente para la solemnidad que tal acto requiere;
2o  Que hay que hacer gastos para la inauguración de las estatuas de mármol que deben colocarse en la Plaza de los Mártires de la Independencia para dar cumplimiento a la Ley 51 de 1882; y
3o   Que se han encargado fuera del Estado con el objeto de hacer traer fuegos artificiales y demás objetos para la festividad del mencionado día de noviembre.
Decreta:
Artículo Único: Ábrese un crédito adicional al Presupuesto de Gastos del año en curso, hasta por la suma de un mil pesos, que se imputará al Departamento de Beneficencia y Recompensas,
Capítulo 4o Honores, Artículo único.
Dado en Cartagena a 28 de octubre de 1886 - José Manuel Goenaga
y J. F. (José Francisco) Insignares Sierra, Secretario de Hacienda

En la foto José Francisco Insignares Sierra.

Como las sumas arriba mencionadas no eran suficientes para el feliz término de la obra del Paseo de los Mártires, el señor José Manuel Goenaga solicita la contribución de los pujantes cartageneros jóvenes como ellos, digamos que de treinta a cuarenta años, si se tiene en cuenta que la gran mayoría habían nacido en la década de 1850 en adelante, con este documento:

“Excitación

Señores: El día 11 de noviembre, fecha de indiscutible importancia en la obra de la emancipación de la República es la más a propósito para inaugurar los bustos de mármol que la Honorable Asamblea del Estado, en nombre del Pueblo, mandó hacer de los Mártires y Próceres de la Independencia. Para esta obra se necesita, poco más o menos, la suma de ochocientos pesos, y deseando que este acto se justifica y de reconocimiento sea de carácter esencialmente popular, me he permitido colocar a ustedes en la lista adjunta, para que, en su propio nombre y en el de aquellos que no pueden, contribuyan con la cuota que dicte a ustedes el patriotismo. El señor Enrique Benedetti (Núñez) está comisionado para recoger las suscripciones. Tengo el honor de suscribirme de ustedes muy atento, seguro servidor y compatriota.
José Manuel Goenaga - (No trae fecha, pero sin duda data de 1886)”

A continuación los nombres completos de los aportantes a los cuales yo he podido identificar a través de mis notas genalógicas.
·        Doctor Vicente A. García del Real García del Fierro, gran médico, debe su nombre la Calle Vicente García, $10.oo
·        Pedro Vélez Martínez, padre de los Vélez Racero $20.oo
·        Doctor Manuel Joaquín Araújo y Sanz de Tejada y su hijo Antonio José Araújo de León, fundador de El Porvenir, $50.oo
·        Don Bartolomé Martínez Bossio, tronco de la familia Martínez Aycardi, $30.oo
·        Doctor Joaquín Fernando Vélez Villamil, y su hijo Simón José Vélez de la Vega, $20.oo
·        Vélez e hijos, Sucesores de Agustín Vélez Méndez, los Vélez Leclerc,  $20.oo
·        Vélez Daníes & Cía, (Carlos y Fernando Vélez Daníes), $30.oo
·        Manuel Gómez & Cía, (Manuel Gómez de Pombo), $20.oo
·        Antonio Julián Román Polanco, cuñado de Manuel Gómez de Pombo, $10.oo
·        Henrique de la Espriella Navarro-Prieto, padre de los de la Espriella Abadía, $20.oo
·        Pedro Melitón Maciá Macaya, padre de las niñas Maciá Druce, dando origen a la dinastía Merlano Maciá y Stevenson Maciá, $20.oo
·        José Vicente Mogollón Cavero, padre de don Pepe Mogollón, $20.oo
·        Francisco “Pachín” de Zubiría Villa, $10.oo
·        Luis Felipe “Ipe” de Zubiría Villa, (hermano del anterior) padre de los Zubiría Martínez, $10.oo
·        José del Carmen Villa Angulo, (General y abuelo de Zubiría Villa), $25.oo
·        Pombo Hermanos (Esteban y Joaquín de Pombo Porras), $5.oo
·        Rafael del Castillo del Castillo, padre de los Del Castillo de la Espriella, $20.oo
·        Merlano & Cía, (Manuel Salvador Merlano Palas, dueños de la primera fábrica de hilados y tejidos que funcionó en Cartagena y Colombia, yerno de Pedro Melitón Maciá Macaya), $10.oo
·        Blas de León, (padre de la familia De León Sotomayor, la famosa casa de Las Leoncitos, hoy día Casa Pombo, de sus herederos, habitada por la misma familia por más de cien años) $20.oo
·        F&A Franco, (Francisco y Ambrosio Franco Navarro, hermanos, traen los primeros teléfonos en Cartagena), $10.oo
·        Manuel Villa Angulo, (hermano del General José del Carmen Villa Angulo), $10.oo
·        Leopoldo E. Villa Angulo, (hermano de los anteriores, y casado con Marica Aycardi Fraumeni{¡no se rían! nombre confirmado por José Enrique Rizo Pombo} sin descendencia, y cuñado de don Bartolomé Martínez Bossio), $5.oo
·        Eduardo de Amador del Fierro (esposo de Vicenta Escauriaza López, tía del Tuerto López), $5.oo
·        Ernesto Lemaitre Torres, (padre de los Lemaitre Tono), $5.oo
·        Simón Gutiérrez de Piñeres Gutiérrez de Piñeres, (padre de Eduardo Piñeres Lemaitre, nuestro insigne escritor), $5.oo
·        Tomás Burghalt Watts Porras, (abuelo de los Trucco Watts), $5.oo
·        Julio L. Delgado Carmona, (hermano del Dr. Arcos, Camilo S. Delgado Carmona), $5.oo
·        Antonio Carlos de Amador del Fierro, (padre del famoso Conde de Amador, Alejandro Amador Cortés) $2.oo
·        Pedro A. Navarro (casado con Dolores López Bessada, tía del Tuerto López), $5.oo

Solo recogieron $427.oo. Datos tomados de Nomenclátor, de Donaldo Bossa Herazo.

Quién diseña los Bustos y el Paseo de Los Mártires

Don Luis Felipe Jaspe Franco, es el encargado de diseñar los bustos y pedestales debiéndole enviar el diseño al señor Felipe Moratilla en Roma, para su ejecución.  Se presume que  don Luis Felipe inspira su diseño basado en los óleos que existían de los mencionados Mártires, como se anota en el decreto del 5 de mayo de 1855, en el cual en el Artículo 4o.  se solicita colocar en la sala de las sesiones del Concejo Municipal  los retratos de los hombres eminentes que se expresan en el artículo segundo del decreto.

De igual forma diseña hermosamente el trazado del Paseo de Los Mártires en 1886 y lo remodela enalteciendo su belleza para la celebración del Centenario en 1911.







Fiesta de Inauguración del Paseo de los Mártires – 

11 de noviembre de 1886

 “Á las cinco de la tarde, un concurso numeroso, de más de seis mil personas de todas condiciones y opiniones, se hallaba reunida en la Plaza de los Mártires. Dos batallones de la Guardia colombiana con sus banderas y dos piezas de artillería estaban formados en batalla, y todos los Jefes militares, de uniforme, en el lugar correspondiente.

Los bustos fueron colocados a ambos lados del Paseo público (1) en esta forma: sobre un zócalo elegante de mampostería, forrado de jaspe blanco, se levanta una base cuadrangular de mármol; encima de esta, una columna ó pilastra con su cornisaje y luego el busto. Al pié de cada columna estaba una señorita vestida de blanco con una corona de laurel en la mano, varias preciosas niñitas con flores en ricos canastillos, y numerosas señoras y señoritas. La tribuna pública ocupábala el Doctor Manuel María Casas, quien, con entonación, pronunció un bello discurso que arrancó los aplausos que siempre cosecha tan elocuente orador. Á la primera palabra del Tribuno los velos que cubrían los bustos cayeron, la tropa presentó las armas, la artillería hizo dos disparos que fueron la señal para que en las murallas se continuasen cada cinco minuto, hasta completar 21, y todos los circunstantes descubriéronse ante la Majestad invisible de la Patria”.

“(1) El Paseo público se extiende perpendicularmente á la muralla que separa
á Cartagena del arrabal de Getsemaní”[21]

Cómo es que se trastocan los bustos de los Mártires

Veinticinco años después de la Inauguración del Paseo de Los Mártires para el Centenario de la Independencia el 11 de noviembre de 1911, se remodela “El Camellón”, se bajan los bustos de sus pedestales para hacerles un retoque, maquillarlos y para estar acorde con el nuevo Parque del Centenario, Mercado Público, Muelle de la Bodeguita, Monumento a la Bandera y la Puerta Balmaseda. A este sector se le llamaba la “sala” de Cartagena. Como les conté al principio, en un momento de efervescencia y calor, ciertos bustos fueron colocados equivocadamente en sus pedestales.

A continuación trataré de mostrar los pedestales y los bustos que presumimos han sido trastocados, así como también los pedestales con los nombres de los bustos y óleos que sí coinciden. De la misma forma se colocarán los pedestales y los bustos de los cuatro únicos militares que son: Santiago Stuart, Manuel del Castillo y Rada, Manuel de Anguiano y Pantaleón de Germán Ribón.

Caso Número 1

Manuel Rodriguez Torices y Quiroz. Óleo y foto del busto, como está actualmente.

Caso Número 2

Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila, óleo y foto del busto, como aparece actualmente.


Caso Número 3

Antonio José de Ayos y Necolalde, en el pedestal presumiblemente del busto de Manuel Rodríguez Torices y Quiroz.  No tenemos óleo del señor Ayos, para compararlo.

Caso Número 4

Martín Amador y Rodríguez Funes, busto y pedestal como aparece en la actualidad. No tenemos óleos de ninguno de los dos. 

Comparación de los óleos y los bustos que se cree han sido trastocados

Comparación Número Uno

Óleo de Manuel Rodríguez Torices y Quiroz  y foto del busto en el pedestal aparentemente de Antonio José de Ayos.  Nótese el pelo, la patilla, el cuello, el ribete del saco, el corbatín y la camisa. Se nota que es copia del óleo.

Comparación Número Dos

Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila, óleo.  Foto del busto en el pedestal presumiblemente de Manuel Rodríguez Torices  y Quiroz.  Nótese el rizo del pelo encima de la frente, el cuello del saco, el corbatín, y la camisa, se nota que es copia del óleo.

Comparación Número Tres

Foto del óleo de Juan de Dios Amador y Rodríguez Funes, hermano de padre y madre de Martín de Amador y Rodríguez Funes y foto el busto de Martín de Amador presumiblemente en el pedestal de Miguel Díaz Granados.  Tienen bastante parecido.

Comparación Número Cuatro

Martín Amador Rodríguez y Funes, pedestal, el busto presumiblemente es de Antonio José de Ayos y Necolalde por proceso de eliminación.

Bustos y pedestales que coinciden con los óleos de los mártires

José María García de Toledo, Busto, Pedestal y Óleo, coinciden.
José María Portocarrero y Lozano, Pedestal, Busto y Óleo coinciden.

Manuel de Anguiano, Óleo, Busto y Pedestal coinciden.
Pantaleón de Germán Ribón y Segura, Óleo y Busto y Pedestal coinciden.

Manuel del Castillo y Rada Óleo, Busto y Pedestal.  El uniforme del óleo y del busto no coincide. Bien puede ser diferentes rangos.  El peinado es diferente, no tiene patillas. Por proceso de eliminación ya que tenemos solo cuatro militares.
Santiago Stuart, el único extranjero supuestamente irlandés. No tenemos óleo.

Conclusión
Como vemos y gracias al internet, hemos podido, para sorpresa de todos, comprobar que la leyenda de los mártires trastocados era legítima.  Los cuatro bustos los cuales fueron colocados equivocadamente, que son Antonio José de Ayos, Manuel Rodríguez Torices, Miguel Díaz Granados y Martín Amador, debemos solicitar se restablezcan a los pedestales originalmente diseñados por nuestro gran artista Luis Felipe Jaspe Franco.
Aunque no tenemos hasta el momento óleos de Antonio José de Ayos y de Martín Amador, es gracias al óleo de Juan de Dios Amador, hermano de padre y madre de Martín, que se pueden reconocer ciertos rasgos de familia.  El busto de José Antonio Ayos nos presenta a un señor de cara llena, plácida y bonachona, que por proceso de eliminación coincidimos en que es el prócer. Manuel del Castillo presenta diferencias en el peinado y el uniforme, pero se reconocen ciertos rasgos en su fisonomía.
Para el 24 de febrero de 2016, al cumplirse los 200 años del fusilamiento de los mártires, y de miles de cartageneros quienes ofrendaron sus vidas en aras de un ideal de un nuevo mundo y un nuevo orden, del cual estamos gozando hasta el momento, deberíamos no solo expeditamente enmendar la bien intencionada equivocación, sino dar a conocer al mundo entero nuestro sacrificio.
Mis agradecimientos para los miembros del Grupo en Facebook, “Biografías de Personajes Cartageneros a través de la Historia” quienes aportaron sus conocimientos muy gentilmente, a Rafael Luna Franco quien me dio la idea, a Germán Pino Arboleda quien aporta los óleos del Museo Nacional, a Rosario “Yayo” Díaz por las fotos de los mártires;  a Álvaro Lecompte Luna, qepd. …. y por último a Luis Guillermo “Willy” Martínez, quien colaboró aportando ideas.

Bibliografía
Angulo Bossa, Álvaro
·        El Régimen del Terror, Cartagena de Indias/ Morillo en Santa Fe de Bogotá. Manuscrito 2008.
·        Los Mártires, su vida, sus confesiones, manuscrito, 2008
Corrales, Manuel Ezequiel
·        Rectificaciones y adiciones a la obra: Cartagena y sus Cercanías del señor José P. Urueta.
·        Documentos para la Historia de Cartagena; Colección Corrales— Tomo II
García Azuero, María Victoria

    • Grupo en Facebook, Biografías de Personajes Cartageneros a través de la Historia,
Jiménez Molinares, Gabriel
·        Linajes Cartageneros - Los Del Castillo y Rada. Edición Oficial No. 1.2.3.4.5.6, Cartagena, 1951, Publicaciones de la Dirección de Educación Pública - Extensión Cultural Imprenta Departamental
·        Los Mártires de Cartagena, ante el Consejo de Guerra y ante la Historia. Imprenta Departamental, Cartagena, 1951
Lemaitre Román, Eduardo
·        Historia General de Cartagena de Indias. Tomo III
Scott, Michael
·        Tom Cringle’s Log. Blackwood’s Magazine, Glasgow, 1829.
Urueta, José P.
·        Los Mártires de Cartagena, 1887
·        Cartagena y sus Cercanías. Guía Descriptiva de la Capital del Estado Soberano de Bolívar en los Estados Unidos de Colombia. Tipografía Donaldo E. Grau, Cartagena, 1888.
Urueta, José P. y Gutiérrez de Piñeres, Eduardo
·        Cartagena y sus cercanías Volumen I y II, 1912 - Segunda Edición Corregida y Aumentada.  Tercera Edición 2011.










[1] Jiménez  Molinares, Gabriel. Los Mártires de Cartagena de 1816. Pág.373
[2] José P. Urueta, Eduardo Gutiérrez de Piñeres -- Rectificaciones y adiciones a la obra: Cartagena y sus Cercanías, pág. 24
[3] José P. Urueta, Cartagena y sus Cercanías, pág. 119
[4] José P. Urueta, Cartagena y sus Cercanías, pág. 119
[5] Álvaro Angulo Bossa, en su libro El Régimen del Terror, manuscrito enviado a esta servidora.
[6] José P. Urueta, Los Mártires de Cartagena, pág. 25
[7] José P. Urueta, Los Mártires de Cartagena, pág. 30
[8] José P. Urueta, Mártires de Cartagena pág. 124
[9] Idem, pág. 155  
[10] Eduardo Lemaitre, Historia General de Cartagena de Indias página 204.

[11] Los Mártires de Cartagena, José P. Urueta, página 187.
[12]  Eduardo Lemaitre. Historia General de Cartagena de Indias. Tomo III Pág. 192
[13] Gabriel Jiménez Molinares, Linajes Cartageneros, Los del Castillo y Rada
[14]  Álvaro Angulo Bossa. Régimen del Terror, manuscrito.
[15] Álvaro Angulo Bossa, El Régimen del Terror, mauscrito.
[16] Eduardo Lemaitre, Historia General de Cartagena, página 204.
[17] Álvaro Angulo Bossa, El Régimen del Terror, manuscrito.
[18] (Documentos para la Historia de Cartagena; Colección Corrales— Tomo II, página 229
[19] Michel Scott, obra citada por Jiménez Molinares.
[20] Tomados los datos de Los Mártires de Cartagena, de José P. Urueta, páginas 188-194
[21] José P. Urueta, Los Mártires

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Vamos a echar un poquito bien hacia atrás!  comenzando con la pequeña ciudad de Milazzo, Sicilia, localizada en la punta mas cercana a la bota de Italia, que es donde nace nuestro personaje. Los antiguos reinos de Sicilia y Napoles estaban bajo la corona de los Reyes de Aragón desde el siglo XIII, y de España hasta comienzos del siglo XVIII.  Y mas especificamente 1713, cuando los reyes de Austria toman posesión de esos reinos. De Nicolás de Zubiría, sabemos que nació en Milazzo, entre 1710 a 1713. Su padre militar también, estaría estacionado con su familia en esa pequeña ciudad, milenaria. En la Odisea de Homero, la ubican como el sitio donde Ulises naufragó. Échenle guinda al pavo! Milazzo, Sicilia Nicolás de Zubiría el tronco de esta familia en Cartagena (el apellido se escribe de-Zubiría pero en el argot cartagenero se refieren como los Zubiría) probablemente ya de vuelta en España con su padre y su madre comienza a los doce años su carrera militar. Cadete, sub-teniente, y

Las Dos Ramas Vélez de Cartagena

A pedido de Juan Pepe Mogollón, mi querido amigo de infancia con quien compartimos mucho durante nuestra niñez, quiero aclarar sobre los dos apellidos Vélez que existen en Cartagena. Existen dos ramas Vélez en Cartagena. Y se desprenden de esta forma. Pero primero quiero que los identifiquemos con apellidos compuestos. Vélez de la Barreda y Vélez Ripoll. Comencemos por los Vélez de la Barreda . Agustín Vélez de la Barreda y Sanz, nacido aproximadamente en 1771, cartagenero, hijo de español. Agustín se casa dos veces, la primera en 1817 con Manuela Felipa Méndez de Busto y Lambi con quien tiene tres hijos:  Manuel Benito, Agustín y Dionisio Epifanio Vélez de la Barreda y Méndez (Méndez de Busto, así se conocía este apellido compuesto). Al enviudar en segundas nupcias, se casa en 1830 con Dolores Susana Gonzalez-Lois-Villamil y Canabal y tienen seis hijos más: Susana Ursula, Joaquín F., Ana Vicente, Máxima, Maria Soledad Beatriz, y Dionisio Epifanio Vélez de la Barreda y Villami