Conmemoración Mártires de Cartagena de Indias Por María Victoria García Azuero

Fusilamiento de los Mártires por Luis Felipe Jaspe
   

     El 24 de Febrero de 1816 es el último día en la vida de los mártires. Francisco Montalvo, ordena la ejecución. A los prisioneros hay que recogerlos de las tres distintas cárceles, la Inquisición, el Convento de San Agustín, y la Casa del Cabildo. Ellos llenos de muchísimo valor y una gran serenidad, caminaron desde la Plaza de la Proclamación, tomaron la calle Román siguieron por la Calle Portocarrero y cruzan la Plaza de los Coches, pasan por debajo de la Boca del Puente, atraviesan el Puente Levadizo que pasa por encima del Caño San Anastasio, pisan tierra firme y caminan unos 150 pasos hasta llegar al final de los recién demolidos locales del mercado en la Plaza del Matadero, donde supuestamente estuvo el cadalso, despidiéndose con tranquilidad ante el silencio sepulcral de los cartageneros.

     Leyendo a Gabriel Jiménez Molinares nos encontramos una muy emotiva descripción de la escena que presenciaron ancianos, mujeres y niños:

     “… Los reos al momento de llevarlos al patíbulo hubo que recogerlos de por lo menos 3 cárceles: la de la Inquisición, la de los bajos de la Casa Municipal y la del Cuartel de San Agustín (hoy universidad de Bolívar) de allí salió Stuart, que al pasar por la casa de la familia Tatis (calle de la Soledad) en donde era amigo, despidióse sonriente con una inclinación de cabeza; las damas cayeron de rodillas bañadas en lágrimas…”

     José P. Urueta nos describe los últimos minutos de la vida de nuestros grandes líderes:

     “El 24 de febrero de 1816, como a las 10 a.m., el regimiento de León formaba un cuadro en la plaza del Matadero (hoy 1886 de los Mártires) y en el centro de este paralelogramo se levantaban nueve banquillos. Los granaderos formaron a doble fila en todo el trayecto que media entre el Palacio Municipal y la puerta de la muralla donde está el reloj público; gran movimiento se notaba en los lugares indicados, pero el resto de la ciudad permanecía en una calma sepulcral; nueve ilustres próceres, de los más comprometidos en los sucesos de 1810 a 1815, iban a ocupar los cadalsos levantados en la Plaza del Matadero, y sangre tan generosamente ofrendada por la libertad, al orearse con las brisas, clamaría al Dios de las alturas justicia para los oprimidos y castigo para los verdugos.

     A las once de la mañana, poco más o menos, salían del Palacio Municipal entre una escolta de veinte y cinco soldados Manuel de Anguiano, n. en Orán, Manuel del Castillo y Rada, José María García de Toledo, cartageneros, Miguel Díaz Granados, samario, Antonio José de Ayos, cartagenero, Santiago Stuart, irlandés, José María Portocarrero, bogotano, Pantaleón Germán Ribón, momposino y Martin Amador, cartagenero; a cada uno de los mártires acompañaba un sacerdote.

     Al llegar al lugar designado para el suplicio, Manuel de Anguiano, antiguo coronel español fue degradado; después, el tambor redobló, los soldados presentaron las armas y…………..todo quedó concluido. En una fosa común fueron enterrados los cadáveres y la inmortalidad principió para sus nombres...”

     Pintura alegórica al fusilamiento de los mártires, óleo de Luis Felipe Jaspe Franco. Comisionado por el señor don Carlos Jiménez, natural de Cartagena para exhibirlo el 6 de agosto de 1874 en Mompox. (Este Carlos Jiménez, puede ser hijo de Carlos Jiménez y de Germán Ribón, casado en segundas nupcias con la viuda de Manuel del Castillo y Rada, concuerda el nombre y su relación con Mompox, mas no lo tengo como hijo. Quedo en espera de más información).

    Tomado de El Paseo de los Mártires y sus Bustos Trastocados, con la cual fui admitida en la Academia de Historia de Cartagena de Indias.

    

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