Conozca sus Raíces en Cartagena de Indias Casa Familia de la Vega Vélez Por María Victoria García Azuero

Casa de la Familia de la Vega Vélez para finales del Siglo XIX
Otra perlita. Residencia de los de la Vega Vélez finales del siglo XIX. Esta historia aparecerá en el Segundo Tomo de Biografías, bajo la Familia Vélez de la Barreda.
"Esta casa tiene su historia como todas las de Cartagena. Resulta que en 1697 llega el pirata de Pointis a la bahía entrando a la ciudad a las 3 de la tarde junto con el corsario Jean Baptiste Ducasse. Después de saqueada, incendiada y violentada los vecinos no han terminado de pasar el susto, comienzan a recuperarse y recoger lo poco que les habían dejado, cuando de nuevo ven regresar los barcos piratas esta vez con Ducasse al mando.
El pirata Jean Bernard Desjeans, Baron de Pointis, se había burlado de Ducasse colocando todo el botín en su barco fugándose en la mitad de la noche dejando a miles de bucaneros sin su recompensa.
Cuenta José P. Urueta gran historiador cartagenero del siglo XIX en Cartagena y sus Cercanías la historia sobre su antepasada Adela de la Cruz Díaz, hija del Capitán Alberto de la Cruz Díaz dueños de la Hacienda de la Cruz Grande. Su padre el Capitán estaba en su puesto de mando, su madre y hermanos los habían escondido en la hacienda y ella se queda a cuidar la casona con sus esclavos.
Ducasse regresa sanguinario sediento de venganza exigiendo más y más oro a los pobres vecinos. Una de las esclavas de Adela va y le dice a los piratas que su ama tenía muchos tesoros escondidos. Los bucaneros entran a la fuerza a la casona sacan a Adela a empujones y la llevan frente al jefe corsario Ducasse. Bajo tormento ella lo negaba una y otra vez. Finalmente Ducassé la amenaza con llevarla al altar de la catedral y que jurase ante el Santísimo que no tenía ningún tesoro.
La arrastran entre dos piratas hasta la catedral y en las puertas ella se niega a entrar a la iglesia volviéndose una fiera no dejándose llevar ante el Santísimo. Los dos hombres desesperados con el despliegue de valentía de esta mujer cierran las dos puertas atrapándole la hermosa cabellera; en un acto de terrible crueldad uno jalaba el pelo y el otro el cuerpo hasta quedar desmayada, entonces los dos corsarios la patearon y la golpearon tanto que la dieron por muerta.
Unas vecinas, almas benditas, frente a la catedral vieron todo desde su casa y en un momento preciso recogieron a Adela y la escondieron salvándole la vida. Así finalmente al abandonar los bucaneros la ciudad pudieron darle aviso al padre de Adela el Capitán Alberto de la Cruz Díaz quien llegó lo más rápido posible a socorrer a su valiente hija.
Esta historia se supo por tradición oral durante siglo y medio hasta que José P. Urueta tuvo a bien dejarla escrita en su libro para la posteridad. De no ser así nunca nos hubiéramos enterado del único caso que sufrió una familia con nombre propio durante este segundo terrible y devastador saqueo a la ciudad de Cartagena de Indias."

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