Cuentecito - La Leyenda del Toro Negro de la Finca de Crespo Por María Victoria García Azuero

El Cuentecito de La Leyenda del Toro Negro.


Toro Negro de Osborne, en España pintor Manolo Prieto.

En la Plaza Mayor o Plaza de Bolívar, para las Fiestas de Noviembre se hacían las corralejas o corridas de toros.   Esto, antes de que se fundara el Parque de Bolívar.  Había tanto monte en esa plaza que como cualquier caminito rural, existía un sendero que los llevaba desde la Catedral hasta la Inquisición. Pero la mayor preocupación sobre la fundación del Parque era ¿Y adónde vamos a hacer ahora las corralejas para Noviembre? Esa pregunta se la hacía doña Juana Polanco de Benedetti, a su sobrino, el señor Gobernador don Henrique Román. Doña Juana como recordamos vivía en la casa hoy día Museo de Oro.
Pues resulta que en la Hacienda de Santa Cruz de Crespo, propiedad de la familia de don Nicolás Paz Bonoli, tenían un toro negro muy bravo de leyenda.  Había matado a más de uno y herido a varios.  Y era este toro que llevaban a la corraleja de la Plaza Mayor. 
Pues la leyenda del toro negro comienza para las fiestas de noviembre de 1890, nos cuenta don Raúl Porto del Portillo, cuando a la Corraleja llega a las dos de la tarde el señor José María Castellar “llevando de cabestro a un toro negro”.  Los hombres se acercaron al animal, lo sobaban, le tocaban los pitones y se burlaban del señor Castellar por haber llevado a torear a un buey.
La concurrencia podía ver tranquilamente los toros desde los balcones de las casas encima del Portal de los Escribanos.  Cuando de pronto el señor Castellar manda a cerrar las puertas y suelta al toro negro.  El toro  sale como una tromba a la mitad de la plaza y un pelao con una chaqueta le sacó cinco pases.  Un soldado borrachito, que estaba al lado del Portal, trató de hacer lo mismo, citó al toro, pero este lo empitonó y lo levantó con tanta fuerza que el pobre soldado cayó en el balcón de la que fue la clínica dental del doctor Luis Carlos “Tatayo” Delgado, hoy día Concurso Nacional de Belleza, rompiendo macetas, y provocando gritos de susto y correndillas de parte de las damas que estaban cómodamente sentadas en el balcón. ¡Al borrachito no le pasó nada, pero quedó más muerto que vivo!

Con la leyenda en forma, el toro negro bravo servía de vigilante a la finca en Crespo.  Nos cuenta don Daniel Lemaitre Tono que cuando pelaos, se iban caminando por la playa del Cabrero hasta las cercanías de la finca a buscar icacos, temblando de miedo ante la posible aparición del “monstruo”.  Y que una vez los hermanos Francisco “Pachito” y Alberto Franco Navarro y su amigo Aniano Soto, se adentraron tanto en la finca que se les apareció el toro negro; del susto se subieron como relámpago a un palo de trupillo, que como sabemos es espinoso. Y al condenado toro se le da por pastar apaciblemente debajo del palo, donde se les habían quedado las escopetas a los muchachos.  Se imaginan el problemononón de los pelaos que no sabían a qué horas se iría a ir el “maldingo” toro y cómo se iban a bajar del palo de trupillo. 

Comentarios

  1. Simpatiquisima anectoda! Gracias por tomarte el tiempo de compartirlas con nosotros.

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  2. Doña Juana Polanco de Benedeti fue la mamá de mi tatarabuelo, Carlos Benedeti-Polanco (primo hermano de Henrique Roman). Tengo fotos antiguos de Doña Juana, su sobrino Henrique Roman, incluso la mamá de el, Rafaela Polanco de Roman y muchas más de la familias Polanco y Roman. Si quiere comunicarse conmigo, me e-mail es: buzzmyers2003@yahoo.com

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