Cuentecito - Los Velorios Por María Victoria García Azuero
Cuentecito
– Los Velorios
Apartes del
libro Biografías de Personajes Cartageneros (Genealogías de las familias
Cartageneras)
Los Velorios
En las casas
de la elite, nos continúa contando don Antonio de Ulloa, se hacían los duelos
con mucha “grandeza y señorío”. En el salón principal se colocaba un féretro
suntuoso. Las plañideras, que eran mujeres, llegaban vestidas de negro, y
tenían la costumbre de llorar al muerto durante toda la noche. La costumbre
era, que entre gritos arrebatados y
sollozos, recitar todas las cosas buenas y malas que había vivido el difunto. Lo hacían de una manera tan detallada y “sin
mudar de tono y desapacibilidad” que más se parecía a una confesión general. Se
plañía por turnos y cuando se cansaba el
primer grupo, les tenían una mesita con una botija de aguardiente y vino. (De
ahí no vendrá el famoso: “Aguardiente y vino para Marcelino…que cantábamos para
Ángeles Somos?).
Cuando
terminaban las plañideras, les tocaba el turno a las esclavas y después a “las
familiares de la casa” hasta que amanecía.
Después del
entierro la puerta de la casa permanecía abierta durante nueve días con sus
noches, para recibir el pésame. Los familiares y amigos de la familia debían
permanecer todas las noches, acompañando a los dolientes, hasta la salida del
sol.
Comentarios
Publicar un comentario