Las Casas coloniales de los Mártires - Casa de Miguel Díaz Granados Por María Victoria García Azuero
Abril 19, 2014
Cuentecito Las casas de los Mártires
La Casa de Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila
Al anochecer de diciembre 5, de 1815, se hace una fila larga para dar comienzo a la evacuación de la Plaza en unos trece o catorce buques. No tenían derecho sino a lo que tenían puesto, no había provisiones ni agua, esqueléticos y moribundos, apiñados. Coincidencialmente en ese barco, iban María Amador de Pombo, sus “seis hijos, una nuera y una hermana, un yerno y una nieta” y su sobrino Lino de Pomo, que es quien echa el cuento; además de Miguel Díaz Granados, su hermano Domingo Díaz Granados, su íntimo amigo, José María García de Toledo, Antonio José de Ayos, el Coronel Sata y el Capitán Juan Gual. Cuando al amanecer estando todavía en la bahía, ven aproximarse a las playas de Santo Domingo una goleta llena de las tan ansiadas provisiones. Los prisioneros españoles habían cerrado las puertas de Cartagena, y armados no permitieron que los tripulantes de la goleta entrasen a la plaza. Morillo al llegar ese mismo día del 6, la captura. Él también estaba falto de alimentos.
Desilusionados siguen su curso, cruzan por Caño de Loro, bajo un fuego infernal, paran en Bocachica recogen más gente, y con la brisa navegando a mar abierto, pasan muy cerca de varios barcos españoles sin novedad. Luego se enterarían de que los barcos estaban sin tripulaciones ya que las habían trasladado a otros sitios. La goleta encalla y naufragan en unas rocas en las Playas de Coclé en Panamá, y ahí murieron varias personas más, como Ana Pombo y Juan Gual. Se dedicaron a coger alimentos como cocos, vituallas que los indios les dieron y otros. A la semana de estar ahí se aparece un bergantín con el Capitán Bedoya a bordo y pa' remate, español; los capturan a todos, los embarcan en La Flecha, y los conducen a Cartagena en enero de 1816.
Tres próceres, Díaz Granados, Ayos y García de Toledo, los tres en una misma goleta, los tres capturados, y los tres mártires. Las últimas palabras de Miguel Díaz Granados: “Dije que derramaría mi sangre por la patria y lo estoy cumpliendo”.
La casa de Miguel Díaz Granados localizada en la Calle del Estanco del Aguardiente esquina con la Calle del Tejadillo fue de su propiedad, le fue embargada para cuartel del Segundo Batallón de Puerto Rico. Con el correr de los años, se sabe que la vivió don Simón Piñeres Piñeres casado con Rosa Amelia Lemaitre de Andrés Torres, padres de nuestro gran escritor Eduardo, y sus hermanas Rosa Amelia y Teresa Piñeres Lemaitre. Luego la adquirió don Manuel Villa Angulo, y sus herederos la conservaron y la vivieron durante muchos años. Para la década de los 40, en los bajos había una tiendecita muy famosa que perduró mucho tiempo y la dueña tenía un sobrenombre “La Pata Gorda”. Era el sitio predilecto de los estudiantes de La Salle y la Esperanza. Y en los altos la habitaba su dueño que le decían El Guayaba. Recuerdos del Mono Villalba y Rafa Luna.
Cuentecito Las casas de los Mártires
La Casa de Miguel Díaz Granados y Núñez Dávila
Al anochecer de diciembre 5, de 1815, se hace una fila larga para dar comienzo a la evacuación de la Plaza en unos trece o catorce buques. No tenían derecho sino a lo que tenían puesto, no había provisiones ni agua, esqueléticos y moribundos, apiñados. Coincidencialmente en ese barco, iban María Amador de Pombo, sus “seis hijos, una nuera y una hermana, un yerno y una nieta” y su sobrino Lino de Pomo, que es quien echa el cuento; además de Miguel Díaz Granados, su hermano Domingo Díaz Granados, su íntimo amigo, José María García de Toledo, Antonio José de Ayos, el Coronel Sata y el Capitán Juan Gual. Cuando al amanecer estando todavía en la bahía, ven aproximarse a las playas de Santo Domingo una goleta llena de las tan ansiadas provisiones. Los prisioneros españoles habían cerrado las puertas de Cartagena, y armados no permitieron que los tripulantes de la goleta entrasen a la plaza. Morillo al llegar ese mismo día del 6, la captura. Él también estaba falto de alimentos.
Desilusionados siguen su curso, cruzan por Caño de Loro, bajo un fuego infernal, paran en Bocachica recogen más gente, y con la brisa navegando a mar abierto, pasan muy cerca de varios barcos españoles sin novedad. Luego se enterarían de que los barcos estaban sin tripulaciones ya que las habían trasladado a otros sitios. La goleta encalla y naufragan en unas rocas en las Playas de Coclé en Panamá, y ahí murieron varias personas más, como Ana Pombo y Juan Gual. Se dedicaron a coger alimentos como cocos, vituallas que los indios les dieron y otros. A la semana de estar ahí se aparece un bergantín con el Capitán Bedoya a bordo y pa' remate, español; los capturan a todos, los embarcan en La Flecha, y los conducen a Cartagena en enero de 1816.
Tres próceres, Díaz Granados, Ayos y García de Toledo, los tres en una misma goleta, los tres capturados, y los tres mártires. Las últimas palabras de Miguel Díaz Granados: “Dije que derramaría mi sangre por la patria y lo estoy cumpliendo”.
La casa de Miguel Díaz Granados localizada en la Calle del Estanco del Aguardiente esquina con la Calle del Tejadillo fue de su propiedad, le fue embargada para cuartel del Segundo Batallón de Puerto Rico. Con el correr de los años, se sabe que la vivió don Simón Piñeres Piñeres casado con Rosa Amelia Lemaitre de Andrés Torres, padres de nuestro gran escritor Eduardo, y sus hermanas Rosa Amelia y Teresa Piñeres Lemaitre. Luego la adquirió don Manuel Villa Angulo, y sus herederos la conservaron y la vivieron durante muchos años. Para la década de los 40, en los bajos había una tiendecita muy famosa que perduró mucho tiempo y la dueña tenía un sobrenombre “La Pata Gorda”. Era el sitio predilecto de los estudiantes de La Salle y la Esperanza. Y en los altos la habitaba su dueño que le decían El Guayaba. Recuerdos del Mono Villalba y Rafa Luna.
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